«Vejez y fragilidad son conceptos entrelazados, pero no sinónimos. El envejecimiento se caracteriza por una pérdida progresiva de la integridad fisiológica, lo que conduce a una función deteriorada y una mayor vulnerabilidad a la muerte.
Por
otro lado, y aunque la fragilidad se correlaciona con la edad avanzada, esta no es necesariamente determinante para la
aparición de este síndrome geriátrico (de la misma manera que otros síndromes geriátricos, tales como la incontinencia de
orina, caídas, deterioro cognitivo, depresión, etc., no aparecen en todas las personas mayores por el hecho de ser ancianas).
La fragilidad, una entidad que forja vulnerabilidad en quien la padece y es consecuencia del fracaso del complejo equilibrio
entre los factores de estrés endógenos y exógenos, expone a la persona a un mayor riesgo de resultados negativos relacionados con la salud: pérdida de funcionalidad, mayor número de ingresos e institucionalización, además de un incremento
en la mortalidad.
Por un lado, la fragilidad actúa como acelerador del envejecimiento y, por otro lado, la diabetes, con su
amplio abanico de manifestaciones, va a acelerar la fragilidad, estando, por tanto, envejecimiento, fragilidad y diabetes,
íntimamente ligadas con un efecto perjudicial para la salud.»
Laura Romera Liébana
Especialista MFyC
Unidad de Atención Domiciliaria Teladoc Health, Barcelona
Ane Urbina Juez
Especialista MFyC
Centro de Salud Sopela, Bizkaia