«El trastorno del espectro del autismo (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo con una prevalencia creciente (1 de cada 100 personas según Autism Europe, uno de cada 36 niños según el Centro de Control de Enfermedades y Prevención Americano) (Center of Disease Control and Prevention, CDC) cuyos primeros síntomas aparecen antes de los tres años de edad (1). Se trata de una divergencia en el neurodesarrollo que perdura durante toda la vida, aunque los síntomas y la forma en la que estos se expresan van cambiando con la edad. Se caracteriza por una alteración cualitativa de la interacción social (en el contacto ocular, en los comportamientos no verbales, en una incapacidad para relacionarse, la falta de espontaneidad y reciprocidad en la interacción con otras personas) y la presencia de patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, repetitivos y estereotipados que se manifiestan por conductas inflexibles o repetitivas. Entre las personas con estas dificultades habrá sujetos con muy variados niveles de lenguaje (desde personas no verbales hasta otros con un altísimo desarrollo del lenguaje) así cómo diversas capacidades intelectuales (desde discapacidad hasta altas capacidades).»
Lourdes García Murillo(1), Javier Sánchez Cerezo(2), Ana María Cañuelo Márquez(3).
(1)Psiquiatra de la Infancia y Adolescencia, Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda, Madrid.
(2)Psiquiatra de la Infancia y Adolescencia, Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda, Madrid.
(3)Enfermera, Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda, Madrid.
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